Monday, February 27, 2006

¡Paséa conmigo!


Hubo un tiempo, en el que paseábamos como amigos.
Un tiempo, en el que todos los días, nos echábamos de menos con tan sólo despedirnos.
Un tiempo, en el que los cafés, sabían mejor estando a su lado.
Un tiempo, en el que las mañanas brillaban más, con su sola presencia junto a mí.
Un tiempo, en el que con sólo sonreirme, lograba que yo sonriera como hacía años que no lo hacía.
Un tiempo, que me sentí segura junto a él.
Un tiempo, en el que me sentía la "niña" de sus ojos.
Hubo un tiempo...

Añoro ese tiempo.

Wednesday, February 22, 2006

Castillos de hielo.


Sin pretenderlo, hacemos castillos en el aire.
Castillos en los cuales, distribuimos por cada una de sus habitaciones, nuestros sueños y deseos por cumplir.
Y la gran mayoría de veces, lo hacemos dejándonos llevar por esos sentimientos. No hace falta que nadie nos aliente a tenerlos.
Simplemente, están en nuestro interior. Y aunque sepamos que no debemos o que no lograremos lo que ansiamos, los dejamos salir de nosotros y ocupar este castillo.
Lo malo, es cuando nos damos cuenta de que esas habitaciones no debían ser ocupadas, ya todo el suelo está hecho de cristal.

Monday, February 20, 2006

¿Lo piensas tú también?


Creo sinceramente en el valor de la amistad.
En que es posible esa conexión con otra persona, a la que en un principio, desconocemos por completo.
Lo difícil es, dar ese paso. Lo que más nos cuesta es acercarnos a alguien que no conocemos.
Pero una vez dado ese pequeño paso, podemos darnos cuenta de que tenemos algo muy bello en nuestras vidas.

¡Amigo!
¡Qué palabra tan pequeña, para definir algo tan grande y necesario en nuestras vidas!

Día tras día.



Todas las mañanas, estaba acostumbraba a despertase bastante triste y sin razón ninguna ni aparente.
Se sentía tan sola, que casi sentía como si le doliera el alma.
Se reconocía oliendo el pijama de sus niños, que estaban aún sobre sus camas. Y ese solo gesto, le hacía que con cerrar sus ojos, le fuera posible el verles. Pero en realidad, estaba totalmente sola en casa. En muchas ocasiones, se solía poner la música bien fuerte, para no escuchar la soledad.
Solía levantarse, pensando en lo que haría durante las largas mañanas de invierno. La casa, le parecía demasiado triste y solitaria sin nadie que la acompañara o que hablara con ella.
Así que casi siempre, y sin poder encontrar algo que le hiciera llenar el tremendo vacío que sentía, se volvía a meter en la cama. Con la esperanza de que el tiempo pasara mas rápido y así, ocuparía su tiempo. Ya que no encontraba la motivación que le hiciera, estar despierta durante toda la mañana.
Siempre, solía ponerse el despertador, para no despertarse demasiado tarde y que le diera tiempo a hacer las tareas de casa, antes de marchar hacia su trabajo.
Y algunas veces, cuando sonaba la alarma, sentía que estaba tan cansada o desanimada que volvía a poner el despertador, un ratito más tarde. Agotando hasta el último minuto.
Después, se levantaba y le daba el tiempo justo de recoger la casa. De preparar la comida para su familia y prepararse para salir hacia el trabajo.
Su marido, siempre le decía que ella no comía demasiado bien. Pero a ella, no le gustaba mucho el hecho de tener que comer, también sola. Para ella, la hora de comer perdía el aliciente. Tan solo comía por mera necesidad física. Hasta en esos momentos, se sentía tremendamente sola.
En cuanto llegaba su hijo pequeño del colegio, ella le decía desde que aparecía por la puerta hasta que ella se marchaba a su trabajo, lo mucho que lo quería. Él en su normal ignorancia, no percibía que ella necesitaba el contacto con él. Aunque este adorable enano, siempre le respondía diciéndole lo mucho que él también la quería a ella.
Marchaba hacia su trabajo, escuchando música en el coche. Siempre, la música había sido la única cosa que siempre la acompañaba.
Y cuando estaba en su lugar de trabajo, le gustaba escuchar a gente a su alrededor. Y sobre todo, participar en conversaciones, en las que sus compañeras la adentraban. Pero, continuaba sintiendo un vacío. El silencio que provoca la ausencia de una verdadera amistad. De esa amistad incondicional que tanto añoraba.
Al llegar la noche y a la salida de su trabajo, sentía que había logrado pasar otro día mas. Aunque también sentía cierto pesar, por no saber vivir de otra manera el tiempo que pasamos en este mundo. Cuando tenía previsto algo que se salía de lo habitual de su vida, sentía que pasaba mejor los días. Pero sabía, que no siempre tenemos expectativas de cosas difetentes en nuestras vidas. Y hasta en los momentos que se divertía o era algo más feliz, se sentía algo reacia a sentirse así. Porque no quería confiarse demasiado en aquella fugaz felicidad. O tal vez, para no echar tanto de menos, el estar acompañada cuando no lo podía estar
Desearía que una mañana, algo le haga descubrir aquello que hace que muchas personas, estén contentas de ver una fría mañana de invierno. Y que no desee el perderse, ni un minuto de su prestada vida. No por el hecho de hacer algo diferente al resto de los días... si no por aprender, simplemente vivir.


Acrílico de Nicoletta Tomas Caravia.

Wednesday, February 15, 2006

Respirando esperanza.


Esperando llegar a ser entendida.
Anhelando que ese nudo en el estómago, se deslíe.
Pensando en cual es la mejor manera, de hacer las cosas.
Escuchando su propia conciencia.
Respirando incertidumbre.
Deseando vivir, aunque sean tiempos difíciles.
Achuchando a sus enanos, como si en uno de esos abrazos, pudiera fundirlos con ella.
Intentando sentirse normal, entre los demás.
Asimilando su futuro incierto.
Respirando...



Acrílico de Nicoletta Tomas Caravia.

Monday, February 13, 2006

Todo.


Todo me parece tan distante...

Lo que un día me hizo sonreir, lo que me hizo desear hasta estremecer todo mi cuerpo, lo que me hizo pensar que todo podría ser diferente...
Ahora, desde otra perspectiva, lo veo todo diferente.
Percibo todo desde el punto de vista, de quien ha amado y ha dejado de amar. Aún siendo todavía amada.
Soy excéptica a volver a amar y a ser amada.
Y prefiero marcar distancias, respecto a lo que haga que pueda volver a sentirme mal.
No creo necesitar ser amada y siempre encuentro en mi descendencia, a quien amar.
Pero aún asi, ¿porqué me siento tan mal, al rehusar a ser amada, aún necesitándolo tal y como lo necesitamos todos?
¿Será porque sé que hago daño, sin querer, a quienes me quieren?
Espero que si en algo he dañado a alguien que me haya amado o sentido algo por mí, me sepa perdonar aunque no me comprenda del todo.


Acrílico de Nicoletta Tomas Caravia.

Friday, February 10, 2006

Las cúpulas.


No tuvo ganas de levantarse en toda la mañana, a pesar de que estaba ansioso por salir a la calle.
Sabía que al medio día, sería la inauguración de tres nuevos edificios en la ciudad. Pero tenía el presentimiento, que no serían unos edificios corrientes.
Había oido hablar en voz baja a los mayores; decían y murmuraban, que aquello iba a ser algo muy bonito para los niños del lugar. Decían: ¡una dulce sorpresa!
Y cuando llegó la tarde, algo le hizo tirarse de la cama y vestirse rápidamente.
Entraba por su ventana, un olor muy agradable. Ese olor, le recordaba a cómo olía la ciudad, cuando los feriantes llegaban.
Correteo por las calles, hasta llegar a una explanada, desde donde se divisaban los nuevos edificios.
Se detuvo a contemplarlos, un tanto atónito.
Ya había descubierto, cual era la que llamaban la "dulce sorpresa".
Habían construido unos majestuosos templos, con las cúpulas hechas de azúcar.
Ya comprendía todo. Ese era el olor que percibió estando en la cama; era el olor del azúcar al tostarse con el calor del sol. Por eso relacionaba ese olor con los feriantes: siempre que podía, compraba algodón dulce en la feria.
Se quedó contemplando aquella imagen de la ciudad y no deseo vivir en ningún otro sitio, que no fuera aquel.
Un lugar que parecía haber sido creado, para que todos vieran sus sueños cumplidos.



Acrílico de Nicoletta Tomas Caravia.

Tuesday, February 07, 2006

Largo viaje.






Había vivido en demasiados lugares, como para considerar que su hogar estaba en algún lado.
Durante todo ese tiempo, había conocido sitios, con los que jamás habría soñado que existieran.
Ella siempre decía, que el aire era diferente en todos y cada uno de los paises en los que había vivido.
Pero su lugar preferido, el lugar en el que se había encontrado como si estuviera en casa, fué en la India.

Y allí, había descubierto a amar por primera vez.
Aunque también, experimentó el dolor de una ruptura.
Él le había enseñado, a una edad muy temprana, lo que es desear y ser deseada. A disfrutar haciendo el amor, hasta caer extasiados.
Lo malo, es que los dos sabían que aquello se acabaría, el día en que ella tuviera que partir hacia otro lugar.
No deseaba marchar, pero la constante de su corta vida, era el cambiar incesantemente de lugar.
Todo ello, condicionado por los destinos laborales de su padre, un alto cargo militar.
E inevitablemente, llegó el día en el que tuvo que dejar atrás todo.
A el que consideraba, su amigo y maestro en su despertar sexual.
A su, considerado hasta ahora, hogar. La India.
Y a su aire, con olor a especias.


Acrílico de Nicoletta Tomas Caravia.

Saturday, February 04, 2006

La niña que miraba al infinito.

La gente decía de ella, que era una niña muy tímida.
Pero, no era eso. Había aprendio a observar y a callar.
Había tomado la posición de vivir, casi en un mundo imaginario. Un lugar donde donde sentirse amada y feliz.
En ese lugar, imaginaba que todo lo que en realidad estaba viviendo, no ocurría de verdad.
Imaginaba que tenía motivos para sonreir.
Soñaba con hacer tantas cosas... soñaba con hablar a todos, de cómo se encontraba en realidad.
En vez de ocultar su tristeza, la cual se había convertido en un hueco tan grande en su pequeño pecho, que casi creía que le cabrían sus dos puños.
Anhelaba, a pesar de su corta vida, que los días pasaran rápidamente.
Deseaba que algún día, alguien la abrazara con el cariño que hasta ahora, casi nadie le había dado.
Miraba a su alrededor y veía como era el resto de la gente. Y preguntándose, porqué ella vivía cosas "diferentes".
Y preguntándose si allá en el infinito, alguien se daría cuenta de que tan sólo era una niña... una niña que hasta había deseado ser invisible como el viento.


Acrílico de Nicoletta Tomas Caravia.

Thursday, February 02, 2006

Gracias.

Por escucharme, en mis momentos mas bajos.
Por sonreir conmigo.
Por darme bellos momentos, que jamás olvidaré.
Por ser, principalmente y ante todo, mi amigo.
Por hacerme tirar para adelante, cuando me cuesta tanto.
Por entenderme, aún cuando ni yo lo hacía.
Por hacerme sentir tan especial.
Por quererme y darme tu cariño tan incondicional.
Por bajar conmigo, al centro de mi dolor y no dejarme sola en ese lugar.
Por valorarme, mucho mas de lo que yo lo he hecho, en toda mi vida.
Por enjugar mis lágrimas, deseando que jamás, las vuelva a derramar.
Por desearme lo mejor, aun cuando sea lejos de tí.
Por verme tal y como soy... y a pesar de mis defectos, quererme y aceptarme.
Por continuar siendo mi amigo, a pesar de las posibles distancias.
Por todo... ¡gracias!