Almohadas húmedas.

Ha tenido que asumir su soledad.

Jamás le ha gustado sentirse sola, aunque sabía que ella vivía en su interior, en un mundo distinto al que perciben los demás.

Lo cual no le hacía abrirse totalmente a quien se lo pedía.

Pero hacía todo lo posible e imposible, para saber llegar a los demás y que nadie notara que en su interior, todo estaba siempre por ordenar... como un puzzle.

Algunas veces, se metía demasiado en la piel de los demás; llegando incluso a sufrir lo que otros sufrían, como si ella pudiera experimentar los sentimientos de todos en su propia carne, mente y alma.

No lograba desligarse de ese vínculo tan especial, que siempre había sentido con las personas que a ella verdaderamente le importaban.

Y a lo largo de sus años de vida, había llegado a sufrir demasiado. Ya que había llegado a experimentar los sufrimientos de los demás. E incluso, se llegó a plantear lo que pasaba por la cabeza del aquel "monstruo", mientras él la estaba forzando.

No soporta la idea de que la gente no esté a gusto con ella. Es como si necesitara la aceptación de los demás, para valorarse a sí misma. Es un error y lo sabe, pero aún, a sus 38 años, anda montando ese puzzle que es su jodida mente. Esta, muchas veces le juega malas pasadas, pensando de mas en cosas sin importancia y sin saber valorar que la vida se le escapa, cada vez que transcurre un día mas en este mundo que nos ha tocado vivir.

Y en la soledad de la noche, cuando nada ocupa su mente y se queda a solas con sus fantasmas... unas veces se encuentra con fuerzas y ánimo para luchar contra ellos... y otras, se siente tan vacía, sucia y sola, que sucumbe a los abismos. Y tras llorar desconsoladamente para mitigar y sacar su dolor y su rabia... cae rendida y duerme sobre sus sábanas mojadas por las lágrimas, deseando que con el nuevo día, tal vez las cosas se vean y se sientan diferentes.

Y solamente anhela que la gente que a ella le importa, ya no sufran mas. Deseaba verles sonreir a la vida, tener buena cara al mundo y saber que ellos en algún momento y sin pedir nada a cambio, llenarán el vacío que casi siempre siente y que no sabe como llenar. Esa sensación de desarraigo de su propia vida.

Así ella, podrá descansar de su dolor interno que algunas veces, la quema por dentro, tendrá paz en su alma y tal vez, logre desterrar a sus fantasmas... logrando no volver a dormir sobre almohadas húmedas.

Nota:

He llegado a emocionarme,

al final, mientras escribía las últimas

frases.