Wednesday, September 13, 2006

En ningún sitio, como en casa.


Sólo durante las últimas 24 horas, han llegado a las costas de Tenerife, 357 inmigrantes.
Llegan en pequeñas embarcaciones, mal llamadas por los medios de comunicación, paretas o cayucos.
Vienen a nuestros paises, impulsados por la mala situación en sus paises de origen e impulsados y extorsionados por las mafias existentes en sus paises.
Alentados por la idea de que les espera un futuro mejor del que se les presenta.
Confiados en que podrán hacer un viaje incierto, durante el cual, sólo Dios y ellos saben lo que pasan durante el transcurso del mismo.
Muchos de ellos, no llegan, ya me mueren durante el trayecto; y han de ser lanzados al mar por los ocupantes que sobreviven, ya que suelen viajar más de los que pueden, hacinados en esas pequeñas embarcaciones. Otros han de beber agua del mar o comer incluso, mastican trozos de madera de la misma embarcación.
Y los que consiguen llegar a nuestras costas, llegan exhaustos o con hipotermia.
E incluso, se han dado casos en los que mujeres han dado a luz en dichas embarcaciones o bien, viajan con niños de muy corta edad.
Solemos ser solidarios con estas gentes, pero con el tiempo, nos estamos insensibilizando ante estas noticias y estas imágenes.
Algunas veces, me pregunto si habría que atajar este problema, desde los paises de origen de estos inmigrantes. Darles a ver las imágenes que nosotros tenemos, de cómo llegan a las costas y las de los que no han tenido la suerte de poder llegar.
Mostrarles que en España no hay trabajo para todos los que vienen y que muchos de ellos, al llegar sin ningún tipo de contrato de trabajo, se verán obligados a vivir de la mendicidad en el mejor de los casos.
Y fomentar entre nuestro gobierno y el gobierno de los inmigrantes, ayudas para evitar que las mafias hagan presas a estas mujeres y hombres, que tan sólo desean un futuro digno. Ya se que esto es una utopía, pero no por eso, debemos ignorar lo que pasa a nuestro alrededor.
Recordemos cuando mucha de la población de España, a lo largo de nuestra historia y sobre todo durante la guerra, ha tenido que emigrar para tener nuevas oportunidades.
Además, muchas veces me asalta este pensamiento:
"Cuando estamos, incluso estando de vacaciones o de viaje y regresamos a nuestras casas, estamos pensando en lo mucho que hemos echado de menos nuestro entorno. Deseamos volver a dormir en nuestras camas, comer nuestras comidas... por lo tanto... ¿cuánto y qué han de añorar los inmigrantes?".

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