Wednesday, August 30, 2006

Mercaderes.

Todos los días, había un incesante ir y venir de gente, por las calles de Murcia.
Y sobre todo, los días de mercado. Esos días, eran los favoritos de él.
Había un aroma especial en el aire. Era como si el sol se pudiera oler. Notaba como el sol calentaba su cara, mientras ojeaba los puestos instalados a lo largo de las calles.
Veía el color de las frutas, el brillo que tenían aquellas verduras que parecían sacadas de un bodegón. Le encantaba hundir su mano, en los sacos de legumbres... era una sensación que adoraba. Y sabía que pronto llegaría al puesto, en el que veía a los grandes comerciantes de aquel lugar, los corredores de ganado.
Allí reía como nunca, cuando escuchaba a los lugareños y a los corredores, hacer sus tratos.
Los corredores y los vendedores de aquel mercado, eran hombres y mujeres que a parte de encontrarse allí todas las semanas para vender sus mercancías, no se conocían de nada. Aún así, siempre acababan contándose, hasta pequeños secretillos de alcoba mientras saboreaban un chato de vino en la cantina.
Habían mujeres, que alegremente vendían su género y lo anunciaban a voces... "Guapa, llévate bragas". Aquello también le hacía esbozar una sonrisa en su cara.
Y cuando el día de mercado llegaba a su fín, todos recogían sus puestos y se reunían antes de marchar; unos habían tenido buena mañana y habían logrado vender casi todo. Y estos a su vez, animaban a los que no habían tenido tanta suerte, diciéndoles: "La semana que viene, té comprarán hasta lo que lleves puesto".
Y contemplando las caras de los vendedores, él regresaba a su casa sonriendo... con sus ojos llenos de sensaciones que guardar.


Para A.N.: A tí, que me animas a seguir escribiendo.

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